JUICIOS PARALELOS
Hace unos días trascendió una noticia sobre la desaparición de un niño que nos conmovió a todos. Los medios de comunicación hablan sistemáticamente del tema, actúan de justicia paralela y llegan a conclusiones todavía no resueltas por la justicia. Lo mismo sucedió en casos tales como el de Fernando Baez Sosa y Ángeles Rawson. Su mediatización fue el denominador común.
Opinión - Por Martina Smirnoff
11 de julio, 2024
Los medios de comunicación ocupan un lugar importante en nuestras vidas, a tal punto que en la mayoría de los casos es nuestra principal fuente de información. Roger Silverstone, un sociólogo especializado en las formas en las que nos comunicamos a través de las redes sociales, caracterizó esta era como “la era de la Mediapolis”. Él percibió que una gran parte de los juicios de valor que podemos llegar a realizar sobre sucesos del día a día pasan a través de los medios de comunicación, especialmente, las redes sociales.
La mayoría de nuestras interacciones y fuentes de información provienen de los medios de comunicación, conformando éstos una especie de mundo aparte. Muchas veces, nos encontramos con noticias falsas, tal vez sacadas de contexto, y hasta noticias que tuvieron lugar hace mucho tiempo y vuelven a reaparecer. Las comentamos en nuestros grupos cercanos, y nos encontramos con un mismo cuestionamiento: ¿Cuánto de todo esto que leí es real? Ya sabemos la existencia de las fake news, y es por esto que intentamos chequear con otras fuentes para saber cuál es la noticia verdadera, pero, ¿qué sucede cuando las “fake news” las creamos nosotros mismos?
Hace ya bastante tiempo descubrimos que las redes sociales pueden actuar como portavoces de denuncias no escuchadas, o formas de visibilización de acontecimientos que están sucediendo o sucedieron. Muchas veces el motivo por el cual son portavoces de estas denuncias se debe a una disfuncionalidad del Estado que no logra responder adecuadamente gracias a una justicia lenta y/o patriarcal. Se encontró que la denuncia pública, y consecuente su condena mediática, generan así, una respuesta más rápida por parte de la justicia, y es por esto que, hoy en día, muchas de las denuncias que no fueron escuchadas en su momento, vuelven a reaparecer con otra imagen: “el escrache”.
Ahora bien, las redes sociales terminan conformando un lugar de información, desinformación, sociabilización, de visibilización de injusticias, y de condenas sociales. A través de éstas, somos invitados a un juego de formulación de conjeturas, discrepancias, hipótesis nuevas y conclusiones - un juego que tiene una doble vara: Por un lado, existe la visibilización como una forma de desencadenar cierta solidaridad a la persona que enuncia la noticia, pero, por otro lado, genera un círculo vicioso que puede ser imparable: la conformación de conjeturas y de opiniones, una vez que la noticia se visibiliza.
Como había mencionado anteriormente, los casos donde se conforman mayores conclusiones precipitadas son los juicios que se terminan mediatizando. Mi preocupación en estos casos son los modos en los cuales las redes sociales interactúan con las noticias, los modos en que los usuarios nos relacionamos con éstas. A partir de la difusión de un caso, gran parte de la información que surge sobre él puede estar sesgada, principalmente porque la causa aún no ha concluido. Esto permite que la opinión pública conforme juicios de valor a favor o en contra de una persona, creando un paralelismo entre el bien o el mal. La opinión pública se masifica, toma postura sobre un determinado acontecimiento, y se convence de la culpabilidad o inocencia del acusado. Esta dualidad que se puede ver, entre el bien o el mal, conforma juicios morales radicales. Así es como llega a nosotros una noticia a nuestras redes, y somos invitados a unirnos a un juicio de valor ya compartido por los otros usuarios. En los casos particularmente de noticias relacionadas con investigaciones o procesos judiciales, no sólo llega una única opinión valorativa, sino que también, se reformula la noticia, el lenguaje jurídico se sustituye por valoraciones morales, que colaboran a la desinformación. La imposibilidad de generar juicios morales propios debido a que la información ya está previamente reconstruida, posibilita la radicalización de posturas. Ignorar los modos en que las redes sociales interactúan con las noticias, puede generar una desconexión con la información real, y una desconexión de los usuarios para interpretar y respetar a los otros, especialmente a aquellos que son sólo conocidos por la mediatización.
Hay que repensar el fin de la mediatización de los juicios. Su fin último no es la resocialización, sino más bien, demostrar la figura del culpable. La noticia se convierte entonces en un linchamiento mediático. En un mundo subsumido a una lógica polarizada y dicotómica, los medios en los que interactuamos con la información tienen un papel importante en la construcción de nuestras estructuras de sentido.
Vimos que una estructura de sentido que suele predominar cuando se mediatiza un caso es el rol entre el mal y el bien, culpable y no culpable. Jamás se cuestiona en qué situación el proceso judicial está, ni se intenta buscar las fuentes de información y conformarse con la información brindada hasta el momento. Se sacan conclusiones precipitadas con títulos tendenciosos, como el caso de Ángeles Rawson, o el de Fernando Baez Sosa, concluida la sentencia, en los medios se destacaba la frase: “perpetua para todos”. Quizás porque el modo en el cual interactúa el algoritmo es a través de noticias que generan mayores interacciones, y estas suelen ser las que contienen un contenido más mediático porque suelen ser más entretenidas. Es importante cuestionar el modo en el cual nos relacionamos con las noticias: teniendo un consumo responsable de las redes sociales a partir de la información que recibimos, debido a que podemos vernos expuestos a lógicas de sentido, donde su fin último es hallar la figura del culpable. Los casos anteriormente mencionados son un ejemplo donde imperaron estas lógicas: la culpabilidad, la mayor punibilidad y destacar la figura del mal.
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