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LAS NUEVAS FORMAS DE TRABAJO AUTONOMO 

¿LIBERACIÓN O SUMISIÓN DEL INDIVIDUO?

El trabajo freelance, la nueva modalidad impulsada por la tecnología que promueve esta idea del individuo libre y emprendedor, puesta en contraposición a la tradicional estructura laboral. Pero, ¿es realmente una forma de trabajo que rompe con esta estructura o simplemente refuerza la individualidad dentro del capitalismo?


Opinión - Por Olivia Spiegelman
07 de agosto, 2024

Hoy en día, gracias al avance tecnológico y la digitalización de la economía, la modalidad de trabajo autónomo o freelance se encuentra cada vez más popularizada. Esta forma de trabajo trae nuevos efectos no sólo en el manejo del tiempo laboral del trabajador y en su autogestión para conseguir ganancias, sino también en su relación, tanto con otros, como con el producto o servicio elaborado. A simple vista uno podría creer que la forma de trabajo conocida como freelance se presenta como una novedad en la estructura laboral, rompiendo con las típicas relaciones y formas de trabajo, mejor observables en las explicaciones marxistas, aquellas en las cuales se encuentra el trabajador, que vende su fuerza de trabajo, sometido al capitalista, dueño de los medios de producción, quien lucra con el producto elaborado por los trabajadores. Sin embargo, con el trabajo autónomo, el trabajador se independiza; ya no trabajaría para un otro y la relación con el resultado de su trabajo es directa, es decir, es dueño de lo que elabora y por eso es él quien, directamente, lo vende y obtiene ganancias por ello.  

Estas nuevas formas de trabajo coinciden con la ideología individualista que impera en el sistema capitalista vigente, donde el individuo busca más libertad y mayor tiempo de ocio en nombre de una mejor calidad de vida. Pero, ¿Es esta tan llamada libertad realmente una mejora para la vida de los individuos? Más importante aún, ¿Es el trabajo autónomo una innovación que rompe con las tradicionales estructuras y relaciones laborales? ¿Y esta independencia, significa una mayor realización del humano, más cerca de su libertad, que parece ser el deseo por excelencia hoy en día? 

Si bien el trabajo freelance se ha acrecentado, sobre todo el freelancing digital, mayormente durante y después de la pandemia, y puede tomarse como una forma innovadora de trabajo, en realidad esta idea del trabajo autónomo se puede observar desde la Antigua Roma, donde se encontraban considerados dentro del Derecho Romano los “locatores”. También aparecen durante la época medieval los llamados “maestros” - artesanos asociados dentro de un gremio -, quienes vendían sus productos sin servirle a un señor. Sin embargo, a finales del siglo XIX, como consecuencia de las transformaciones laborales que supuso la revolución industrial, el tipo de trabajo considerado dependiente se vio opacado por el afianzamiento de las relaciones laborales modernas.   

Actualmente, volvemos a ver una transformación laboral, esta vez de la mano de la revolución tecnológica, con un nuevo modelo de trabajo autónomo, el freelancing. Esto cobra sentido si tenemos en cuenta el momento ideológico en el que nos encontramos a nivel mundial, en la mayoría de los países, y a nivel nacional, en el cual los discursos que priorizan el interés individual por sobre el bienestar común poseen popularidad.  

La realidad es que el trabajo freelance posee muchas ventajas, como una mayor flexibilidad horaria, una ganancia en bruto, si se lo compara con el trabajo formal en relación de dependencia, la posibilidad de trabajar desde cualquier lugar, etc. Y, también, muchas empresas se benefician de esto, pagando por un trabajo concreto, sin necesidad de contratar formalmente, con las implicancias que esto posee, a la persona. Estos beneficios, que se pueden englobar concretamente en un mayor control del trabajador sobre lo que elabora, sus ganancias y el tiempo que le dedica a su trabajo, dan una sensación de mayor libertad y creatividad a la hora de trabajar. Pero yo me pregunto si esta autonomía equivale, efectivamente, a la libertad y realización humana.   

Siguiendo la lógica marxista, el trabajo es considerado un medio para la emancipación humana mientras permita el desarrollo de la dimensión cultural, afectiva y espiritual del individuo, más allá de su simple subsistencia física. En este contexto, el humano conseguiría la emancipación al utilizar el trabajo como fin en sí mismo y no como un medio para, solamente, ganarse la vida. 

Sin embargo, Marx sostiene que dentro del sistema capitalista la realización no puede ser alcanzada ya que posee una finalidad opuesta. La vida del individuo en este sistema se basa en la satisfacción de sus necesidades individuales, necesidades creadas, justamente, por este mismo sistema, y todo en ella gira en torno a esto y a su supervivencia física y reproducción. Se produce, entonces, un proceso llamado enajenación del individuo, bajo la cual éste ya no se aprovecha del producto de su propio trabajo, sino que este disfrute es trasladado a alguien más, el capitalista. Esta enajenación se reconoce en la tradicional estructura laboral a partir de cuatro instancias: en la relación del trabajador con el producto elaborado, en la relación del individuo respecto al trabajo mismo, en la relación del trabajador consigo mismo y en la vida social de éste. El humano no es capaz de alcanzar su libertad ya que se ve sometido a alguien más. 

El sometimiento se puede observar, antes que todo, en la relación del trabajador con el producto elaborado. Aquí el producto se ve como algo extraño al trabajador, ya que, por más que haya sido producido por él, no le pertenece, sino que va a ser propiedad del empresario, y este es el primer indicio de dominación y explotación dentro de una relación asimétrica. Sin embargo, esta relación entre el trabajador y el capitalista, ya no existe dentro de las formas de trabajo independiente. Sí, el trabajador le está vendiendo algo a alguien más, pero esto no es su fuerza de trabajo, sino que es, ya, el producto, y es él mismo quien determina su costo y el tiempo que invierte en él.

Lo mismo ocurre en la relación del trabajador con su trabajo. Dentro de la estructura laboral tradicional, el trabajo se encuentra enajenado del individuo ya que éste lo vende, por lo que no lo controla tampoco. Marx sostiene aquí que el individuo pierde su libertad. Esto va de la mano, también, de la relación del individuo consigo mismo; el trabajo, que puede ser utilizado para desarrollar habilidades y necesidades con una finalidad más allá de la mera existencia física, al venderse, es utilizado completamente para la producción y reproducción del sistema. Con el trabajo autónomo, el trabajador es dueño de su propia fuerza de trabajo, utilizándola de la manera y con el fin que él desee.   

Asimismo, posee implicancias para la vida social del individuo, que va a estar determinada por las posiciones sociales que la situación económica de cada uno le permita, relacionándose con el otro según la posición en que se encuentren. Me pregunto, entonces, ¿cuáles serían los cambios que la nueva modalidad de trabajo traería para las relaciones sociales? Si bien hoy en día nuestras amistades no dependen únicamente del espacio de trabajo, sino que las redes sociales juegan un gran papel y mismo los espacios educativos, las relaciones de dominación dentro de las situaciones laborales en relación de dependencia aún continúan. ¿Pueden cambiar estructuralmente las relaciones de dominación entre, en el caso del freelancing, el trabajador y quien lo contrata? ¿Puede el individuo estar más cerca de su libertad y realización, de su emancipación?

Teniendo en cuenta estas comparaciones recién realizadas entre las formas de trabajo y sus consecuencias, a simple vista se podría decir que el trabajador freelancer cumple con ciertos requisitos marxistas para encontrarse libre, a excepción de un punto principal: éste sigue produciendo bajo las necesidades de un otro, sólo que, en línea con las ideologías imperantes de ahora que promueven el desarrollo individual, lo hace de forma autónoma.  

Esto, sumado a las nuevas relaciones laborales que traen, dejan al individuo en una posición de vulnerabilidad a la hora de poseer garantizados sus derechos y necesidades como parte de una sociedad. Con esta lógica de mercado en la cual cada individuo trabaja para sí, se salva a sí y compite con los otros, no se vuelve más libre sino más individualista. En el peor de los casos, queda en una posición aislada - ya que no posee un grupo de pertenencia, a diferencia de lo que ocurre, por ejemplo, entre trabajadores en relación de dependencia de un mismo oficio - y vulnerable frente a abusos de poderes más grandes que él.  

Esta idea de trabajar para sí, con el objetivo de controlar uno los tiempos y ganancias, puede generar una ilusión de libertad que termine por perjudicar la integridad y la misma supervivencia de la persona. Es por ello que la libertad que Marx propone viene de la mano de una transformación estructural-sistemática; refiere a una emancipación del sistema. Mientras siga rigiendo el sistema capitalista, las necesidades materiales y la supervivencia física van a estar por encima, e incluso condicionar, a las necesidades genéricas que permiten la realización humana. Y si bien, nuevamente, las formas laborales independientes permiten un mayor control y una autonomía del individuo, esta es tan sólo una libertad de acción limitada y no de realización, además de que se encuentra en desnivel según la posición económica y social de cada uno.   

Siendo, entonces, aceptada la inevitable sumisión del individuo dentro de este sistema económico del que formamos parte los individuos, si consideramos que el trabajo autónomo puede ser un paso más hacia una mayor libertad dentro de este marco, entonces la pregunta ya no sería ¿sumisión o libertad?, sino ¿libertad, a qué costo?

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