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¿POR QUÉ DESENFOQUE?

Este artículo analiza cómo la fragmentación de la realidad y la polarización fomentadas por los medios erosionan la confianza pública. Se exploran los desafíos que enfrenta el periodismo y la necesidad urgente de medios independientes que prioricen la integridad y el análisis profundo para fortalecer la democracia.


Ensayo - Por Martina Zurita
11 de julio, 2024

La relación paradójica que mantengo con los medios de comunicación, a pesar de mi formación en Ciencia Política, me ha llevado a cuestionar profundamente el rol y el impacto del periodismo en nuestra sociedad. Desde temprana edad, he percibido al periodismo como una fuerza negativa, tóxica en su esencia. Esta percepción se ha consolidado a lo largo del tiempo, evidenciada por la manera en que los medios de comunicación fragmentan la realidad, generando narrativas paralelas y disímiles que dependen de la fuente de información consumida.

Investigaciones del Centro de Investigación Pew evidencian que diferentes audiencias perciben versiones contrastantes de la realidad, lo cual no sólo fragmenta el tejido social, sino que también obstaculiza la formación de un consenso común. Además, Cass Sunstein, en su obra "Republic.com 2.0", sostiene que la polarización mediática fomenta la creación de "cámaras de eco", en las que los individuos se exponen únicamente a información y opiniones que refuerzan sus creencias preexistentes, exacerbando la división social.

Esta fragmentación no es simplemente una cuestión de opiniones contrapuestas sobre soluciones a problemas comunes, sino que se trata de una disonancia fundamental en las cuestiones que se consideran socialmente problemáticas. Según Oscar Oszlak, una "cuestión socialmente problematizada" es una necesidad o demanda específica identificada y reconocida como problemática por diversos actores sociales estratégicamente situados. Estos actores creen que es posible y necesario tomar medidas al respecto y tienen la capacidad de promover la inclusión de estos asuntos en la agenda pública.

Es indudable que los actores influyentes en el proceso de problematización son múltiples y van más allá de los medios de comunicación. Sin embargo, estos últimos juegan un rol crucial como portavoces de los problemas que logran alcanzar relevancia social. La capacidad de los medios para definir la agenda es formidable, haciendo improbable que una cuestión que no se mencione en los medios sea problematizada por la ciudadanía.

“La capacidad de los medios para definir la agenda es formidable, haciendo improbable que una cuestión que no se mencione en los medios sea problematizada por la ciudadanía”


El desafío radica en que cada medio no solo encuentra problemáticos asuntos diferentes, sino que sus conceptualizaciones sobre aquellos asuntos son radicalmente distintas y mutuamente excluyentes. Mientras que para algunos el problema radica en “los vagos que viven de planes", para otros el verdadero problema son los malos empresarios que explotan a la ciudadanía a expensas de su propia ganancia. Esta dicotomía revela dos concepciones opuestas de la sociedad, cuyas coexistencias resultan inviables si aspiramos a un progreso y desarrollo armónico en nuestro país. 

La desconfianza en los medios de comunicación es un fenómeno creciente, reflejado en el decreciente consumo de periódicos tradicionales y en la falta de credibilidad de los periodistas. Durante la pandemia, esta desconfianza se hizo palpable con la constante exposición a noticias que fomentaban divisiones y odios. Los datos son contundentes: entre 2010 y 2023, la torta publicitaria argentina se desplomó un 67%, y en el sector de medios tradicionales, el derrumbe de los ingresos publicitarios superó el 83%, sumándose a la caída de ventas y suscripciones. Según el Instituto Verificador de Circulaciones, desde 1995, Clarín perdió un 91,49% de sus ventas, mientras que La Nación experimentó una caída del 73,27%. La publicidad en diarios y revistas impresos se redujo un 98,9% en los últimos 13 años. Aunque el acceso a diarios digitales es alto, solo el 12% de los lectores paga suscripciones, lo cual no compensa la caída de los ingresos de las versiones impresas.

El periodismo en Argentina está dominado por grandes conglomerados con intereses que trascienden lo periodístico, lo que dificulta encontrar medios que prioricen la labor periodística. La única alternativa viable es la proliferación de medios independientes que, desde su modesto lugar, enfrenten a los grandes medios. Afortunadamente, la tecnología ha facilitado esta proliferación. No obstante, la estructura de financiamiento sigue siendo un reto: sin ingresos suficientes, ningún medio puede sostenerse. Las suscripciones voluntarias no bastan, lo que obliga a muchos portales a crear noticias tendenciosas o a recurrir al clickbait para aumentar sus ingresos publicitarios, degradando así el contenido.

En su investigación sobre la economía de la atención, Tim Wu describe cómo la necesidad de captar la atención del público puede llevar a una disminución en la calidad del contenido, ya que los medios priorizan el impacto y la inmediatez sobre el análisis y la profundidad. Asimismo, un estudio de Pickard y Williams señala que la dependencia de ingresos publicitarios y la presión por obtener clics contribuyen a la producción de contenido sensacionalista y superficial, alejando al periodismo de su función de servicio público.

Este cambio en la dinámica de la producción de noticias no solo afecta la calidad del periodismo, sino también la confianza del público en los medios de comunicación. Según una encuesta realizada por el Instituto Reuters para el Estudio del Periodismo, la confianza en las noticias ha disminuido significativamente en la última década, con un creciente número de personas que perciben a los medios como parciales y motivados por intereses económicos más que por la búsqueda de la verdad. En este contexto, se hace evidente la necesidad de medios independientes que prioricen la rigurosidad y la integridad.

En Desenfoque, creemos firmemente que existe un público que valora un periodismo riguroso, teórico y analítico que cuestiona las narrativas dominantes de los medios tradicionales. Nuestro compromiso es cuestionarlo todo, promoviendo una mirada crítica y reflexiva que contribuya a mejorar la calidad del periodismo, uno de los pilares esenciales de la democracia.  

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