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LOS CUATRO PRINCIPIOS: FRANCISCO Y LA TEOLOGÍA DEL PUEBLO

por Manuel Vazquez Roggi

 Que el Papa que está transformando la Iglesia Católica sea argentino no es una casualidad ni una curiosidad de la historia. Los cuatro principios filosóficos de Francisco y una de sus mayores influencias: la Teología del Pueblo.  


Opinión - Por Manuel Vazquez Roggi
10 de abril de 2025

La Teología del Pueblo es una corriente teológica proveniente de la Teología de la Liberación y nacida en Argentina a fines de los años sesenta, luego del Concilio Vaticano II y la Conferencia de Medellín. Esta Teología, a la cual adherían destacados teólogos rioplatenses, como Alberto Methol Ferré, Rafael Tello y Lucio Gera, consideraba fundamental la opción preferencial por los pobres de la Teología de la Liberación. Sin embargo, se diferenciaba por no centrarse en la “lucha de clases”, sino en el concepto de “Pueblo” y “Antipueblo” (u oligarquía, como buena heredera del peronismo). El Pueblo aparece como esa categoría histórica y mítica que va más allá de la mera suma de los ciudadanos. Es una verdadera forma de fraternidad basada en una historia y un pasado común, una cultura y una tradición compartidas, y un mismo destino.

El Pueblo aparece como esa categoría histórica y mítica que va más allá de la mera suma de los ciudadanos. Es una verdadera forma de fraternidad basada en una historia y un pasado común, una cultura y una tradición compartidas, y un mismo destino.

El camino de la liberación, para estos teólogos, se encontraba en esa cultura popular, en la cultura del encuentro y en la superación del conflicto.

El Papa del fin del mundo

El Papa Francisco, el primer Papa latinoamericano de la historia y el primero no europeo desde el siglo VIII, asumió su mandato allá en 2013 reconociendo que venía “del fin del mundo”. Esta situación podría haber sido una mera curiosidad histórica, algo anecdótico. Sin embargo, el tiempo demostró que su elección como Santo Padre significó un verdadero suceso que inauguraría un proceso de profunda transformación en la Iglesia Católica.

A través de sus acciones durante estos 12 años, Francisco no solo le imprimió a su papado una impronta, sin dudas marcada por sus vivencias y aprendizajes como sacerdote jesuita en América Latina, sino que también ha producido un rico corpus de pensamiento desde y para la región. Por ejemplo, en gran parte de sus escritos y discursos, es imposible no ver su preocupación por el problema de la integración regional, la unidad latinoamericana y el rol que el continente puede tener en el concierto internacional de los próximos años. El énfasis que pone en recordar la historia de nuestros países, de reírnos en la cara de quienes nos proponen olvidarla, de poder pensar el mundo y a nosotros mismos con categorías propias, denota aquellas influencias que él mismo ha reconocido en, por ejemplo, Rodolfo Kusch, Amelia Podetti o Alberto Methol Ferré. Francisco lleva al centro del mundo un pensamiento desde y para las periferias. Sin lugar a dudas, Francisco recibió influencias, a su vez, de aquella Teología del Pueblo. Esas influencias están plasmadas, sobre todo, en Evangelii Gaudium.

Francisco no solo le imprimió a su papado una impronta, sin dudas marcada por sus vivencias y aprendizajes como sacerdote jesuita en América Latina, sino que también ha producido un rico corpus de pensamiento desde y para la región.

Evangelii Gaudium es la primera exhortación apostólica escrita por Francisco. Publicada en 2013, trata sobre la “La nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana”. Es decir, es una especie de plan de operaciones donde se plasma la visión de Francisco del mundo y la tarea de transformación que deberá llevar adelante la Iglesia bajo su papado. Es en esta exhortación donde encontramos a los llamados “cuatro principios de Francisco”:

Son los cuatro principios para la “construcción de un pueblo en paz, justicia y fraternidad, (...) relacionados con tensiones bipolares propias de toda realidad social”. Vale la pena revisar estos principios, herederos de la Teología del Pueblo y verdaderos ejes centrales para una buena práctica política.

Los cuatro principios de Francisco

1. El tiempo es superior al espacio

Priorizar el tiempo sobre el espacio es trabajar a largo plazo, sin enloquecerse por resultados inmediatos. Permite sobrellevar dificultades y obstáculos propios del dinamismo de la realidad. Es una crítica a esa práctica política que prioriza ocupar todos los espacios de poder por sobre iniciar procesos de verdadera transformación, cuyos mejores frutos generalmente tardan en crecer. En tiempos de algoritmos, celeridad e inmediatez, recuperar la fe en los procesos será fundamental para refundar esa política que no se limita al cargo o a la rosca. Como diría Cristina Fernandez de Kirchner: “Sí, se puede hacer política sin estar en la boleta electoral”.

En tiempos de algoritmos, celeridad e inmediatez, recuperar la fe en los procesos será fundamental para refundar esa política que no se limita al cargo o a la rosca.

2. La unidad prevalece sobre el conflicto

El conflicto existe, y hay distintas formas de abordarlo. Están los que lo ignoran, y están los que se meten tan de lleno en él que quedan ciegos, imposibilitados de salir. Francisco propone una tercera posición, consistente en reconocerlo, abordarlo, transformarlo. Superarlo. La verdadera unidad no será un mero sincretismo ni una absorción de las partes en pugna, sino la concreción de un plano superior que conserve las virtudes de las partes. La solidaridad aparece entendida como algo más que una virtud, es un modo de hacer la Historia. Para un argentino no puede haber nada mejor que otro argentino.

3. La realidad es más importante que la idea

Es importante establecer un diálogo continuo entre el plano de la realidad y el plano de las ideas. Es peligroso habitar sólo el cómodo mundo de las ideas, de las palabras. Los idealismos y nominalismos pueden clasificar, pero no convocar. Lo que convoca es la iluminación de la realidad por la razón. Hay que cuidarse de los proyectos más formales que reales, de los fundamentalismos ahistóricos, de los eticismos sin bondad y de los intelectualismos sin sabiduría, o estaremos “construyendo sobre arena”. La única verdad es la realidad.

4. El todo es superior a la parte

No podemos vivir ni en un universalismo abstracto y globalizante, ni en un localismo ermitaño de museo. Debemos entender que el todo es más que las partes, y la sola suma de ellas. Hay que ampliar la mirada más allá de los límites sin desarraigo. La historia de nuestra tierra es una “bendición de Dios”. El modelo, entonces, no es la esfera, donde no hay diferencias entre los puntos, equidistantes del eje. El modelo, para Francisco, es el Poliedro, que refleja la confluencia de las particularidades de cada parte conservando su originalidad y recogiendo lo mejor de cada una. Todos tienen algo que aportar. Una práctica política sectaria, de elegidos o iluminados, está destinada al fracaso.

El Papa Francisco nos propone estos principios para la construcción de un Pueblo, esa figura mítica que proponía la Teología del Pueblo como protagonista de la Historia. Son principios, a su vez, para la reconstrucción de una Iglesia más cercana a esos pueblos del mundo, sufrientes y humildes, llenos de fuerza y fe. Pero también son principios para una buena práctica política. En estos momentos, es fundamental escuchar y leer a Francisco, no solo como un líder global, sino también como un verdadero pensador de la realidad social y política.

En estos momentos, es fundamental escuchar y leer a Francisco, no solo como un líder global, sino también como un verdadero pensador de la realidad social y política. 
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