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LA ERA DE LA EXTIMIDAD

por Sarai Ávila

En la era digital, lo que antes era privado ahora se exhibe sin pudor. Lo íntimo se ha convertido en un espectáculo público que redefine nuestra percepción de la privacidad. 


Ensayo - Por Sarai Ávila
19 de Septiembre, 2024

Publicar en redes sociales lo que hacemos, quién cumple años, a dónde vamos a comer, permitir que empresas analicen nuestros iris para vender datos biométricos, participar en reality shows, influencers, álbumes musicales como “Un mechón de pelo” de Tini Stoessel y “The Tortured Poets Department” de Taylor Swift, tienen un factor común: la extimidad.

El psicoanalista y psiquiatra francés Jacques Lacan planteó que la extimidad no es antagónica a la intimidad, sino que lleva este concepto a su máxima expresión. Se posiciona como una fractura de lo íntimo, donde lo propio, lo privado e interno se experimenta paradójicamente como algo ajeno y externo.

Con el surgimiento de Internet en los años 70 y su posterior evolución, las formas en que los individuos se vinculan y entienden las relaciones entre pares, la intimidad y la identidad han cambiado, moldeadas por la tecnología, los medios de comunicación y la cultura contemporánea. Al mismo tiempo que la tecnología desdibuja los límites de la vida privada, ofrece la posibilidad de que quienes poseen un dispositivo tecnológico puedan consumir o generar contenido sobre su intimidad y ser parte de una comunidad sin salir de sus casas y pantallas.

Paula Sibilia, antropóloga e investigadora de la Universidad de Buenos Aires y la Universidad Federal Fluminense, expuso en la conferencia "Devenir éxtimos: tensiones entre espectáculo y (des)control" cómo lo que alguna vez se consideró pudoroso y decoroso en los siglos XIX y XX, ahora es parte de la cotidianidad y no se cuestiona. Lo que antes se demonizaba es ahora un objeto de consumo al que se puede acceder las 24 horas del día, los 365 días del año.

Según un informe de Hootsuite de 2023, más del 70% de los usuarios de redes sociales prefieren contenido auténtico y personal. Sin embargo, lo que se muestra y consume está sujeto a las subjetividades propias de los usuarios: en el mundo de la intercomunicación, lo que se publica es lo que se quiere que los demás consuman, generando un escenario que va más allá de la vida real, pero que a la vez está sesgado por lo que cada uno desea postear. Así, la realidad queda subsumida en la esfera virtual, caracterizada por la fascinación de mostrar y exponer a la opinión de otros un recorte de las vivencias.

Sibilia señala que esta necesidad de mostrarse permanentemente revela la soledad y el vacío en los vínculos sociales contemporáneos, donde se necesita mostrar o decir para ratificar la existencia frente a otros, naturalizando que el mundo sea un "festival de vidas privadas". Un ejemplo de esto es el “sharenting”, término que proviene de la fusión de "share" (compartir) y "parenting" (paternidad). Según un estudio de AVG de 2019, el 81% de los bebés tienen presencia en internet antes de cumplir los seis meses, lo que conlleva que los adultos no conciben a los niños como sujetos de derecho, sino como objetos presumibles. El problema es que, según Missing Children, el 50% de las fotos que se distribuyen en redes de pedofilia y pornografía infantil son tomadas directamente de los posteos que se suben a Internet.

Otro ejemplo son los consumos culturales de los últimos tiempos como “The Tortured Poets Department”, el nuevo álbum de Taylor Swift, en el que la cantante narra a lo largo de sus 32 canciones sus historias de amor, desamor e infidelidades, sus experiencias y emociones; o la entrevista que Gabriel Rolón, psicólogo y comunicador argentino, le realizó a Tini Stoessel en mayo, donde la artista relata sus vivencias de duelo y salud mental, en una dinámica profesional-paciente que fue monetizada.

La intimidad se ha transformado, dejando de ser el conjunto de actividades que conforman el círculo íntimo, personal y familiar. Cabe preguntarse qué precio tiene la intimidad, cuánto vale, y si lo que se publica obedece a la construcción identitaria de cada uno o a una suerte de construcción especialmente configurada para ser percibida a través de otros. Es paradójico que, frente al avance de los gobiernos de derecha a nivel mundial, caracterizados por defender el libre mercado y la “propiedad privada”, lo más privado de todo, lo íntimo, se convierte en un bien público, perdiendo su carácter exclusivo.  

* Sarai es estudiante de último año de Ciencia Política en la Universidad de Buenos Aires y redactora de periodismo de investigación.

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